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lunes, 16 de abril de 2012


Examen de  Genitales Femeninos

Antes de efectuar el examen ginecológico es necesario adaptarse a la situación de cada paciente. Es normal que la mujer pueda tener algún grado de temor, más aún, si es primera vez o si en otras ocasiones le ha resultado doloroso. Es muy importante tranquilizar a la paciente, darle las explicaciones que puedan ser necesarias, y lograr que se relaje y sienta confianza. Por supuesto la sala de examen debe tener privacidad, los examinadores hombres conviene que estén acompañados por una asistente femenina. Se le pide a la paciente vaciar su vejiga antes del examen y que se quede sin su ropa interior.
Luego se coloca en la mesa en posición ginecológica (posición de litotomía). Según el tipo de estribos, sus piernas podrán quedar apoyadas en los talones o en la corva (región poplítea). Los muslos quedan abducidos, las nalgas deben quedar justo en el borde libre de la mesa. El abdomen y la parte proximal de los músculos se cubren con una sabanilla, aplastando el género entre las piernas de modo de mantener contacto visual cara a cara con la paciente. Se debe contar con una buena iluminación, los instrumentos y las manos deben estar templadas.
Los genitales externos, es decir, la vulva, es la parte externa del aparato genital femenino y es muy importante la correcta inspección visual, ya que simplemente con su visualización podemos conocer las patologías más frecuentes.

Tacto vaginal
A la vez que te exploran, tú debes señalar si hay alguna zona que te moleste especialmente. Se comienza el examen examinando los genitales externos. Se puede tocar primero la cara interna de los muslos para ubicar a la paciente que se está comenzando el examen. Se deben observar los caracteres sexuales secundarios, el desarrollo del clítoris, la desembocadura de la uretra, el aspecto de los labios mayores y menores, la coloración de las mucosas, si existe alguna lesión o abultamiento localizado anormal. Las manos deben estar enguantadas, especialmente la que toca directamente los genitales. Con los dedos se separan los labios menores para observar las estructuras del vestíbulo.
Se introduce el dedo índice en la vagina lubricado sólo con agua, mientras no se hayan tomado las muestras cervicales y los cultivos no conviene usar otros lubricantes. Esta maniobra permite conocer la orientación, largo y ancho de la vagina de modo de poder elegir el espéculo más adecuado. En general, la posibilidad de producir dolor aumenta al ser brusco, usar instrumentos muy gruesos y presionar hacia la pared anterior donde pasa la uretra. Por esto, la introducción del espéculo y de los dedos se efectúa ejerciendo más presión sobre la pared posterior de la vagina.
El tacto vaginal bimanual consiste en la introducción de los dedos índice y mayor del explorador en la vagina, mientras que la otra mano presiona a través de la parte baja del vientre para poder delimitar:
1.       Matriz, su forma, la presencia de deformaciones, tamaño, movilidad ;
2.       Anejos, es decir ovarios y trompas; también determinaremos la presencia de tumoraciones a este nivel. Por su lado, con la movilización cervical, se estudia las características del parámetro (ligamento muscular que aguanta la matriz por su perte inferior).

Especuloscopia
El espéculo vaginal se introduce lubricado sólo con agua tibia. La punta del instrumento se acerca al vestíbulo de la vulva en una posición oblicua, con el dedo índice y medio de la otra mano se separan los labios menores ejerciendo una presión hacia los lados y hacia atrás. Se introduce el espéculo ejerciendo presión sobre la pared posterior y en el interior de la vagina se gira de la posición oblicua inicial al plano horizontal; Se debe tener cuidado de no pellizcar los labios menores, ni traccionar pelos. El instrumento debe seguir la inclinación hacia atrás de la vagina. Al llegar al fondo, se abren las hojas del espéculo, este se debe ubicar de tal modo que el cuello uterino quede claramente a la vista, a veces es necesario retirarlo un poco para luego reintroducirlo o cambiar su inclinación. Una vez que el cérvix está a la vista, se deja fija la apertura del instrumento, teniendo una buena iluminación se observan las características de las estructuras que están a la vista, se inspecciona si hay secreciones y se toman las muestras que correspondan.
El cérvix es la parte de la matriz que comunica el interior del útero con la vagina, al estar en contacto con el exterior puede afectarse por varias patologías infecciosas, pero a la vez, su condición de "exterior" nos permite su estudio y detección de los posibles problemas de forma precoz.
Así, el cáncer de cuello uterino es posible diagnosticarlo en etapas precancerígenas de tal forma que el tratamiento precoz previene la aparición del cáncer de cuello. Te preguntarás: ¿cómo? Pues de forma muy sencilla: mediante una citología del cérvix. La citología consiste en coger una muestra de las células del cuello y enviarlas al patólogo para que detecte las alteraciones de las células a este nivel (el examen del Papanicolaou).

Algunas de las patologías más frecuente que podemos encontrar son:

v  .Vulvovaginitis: Consiste en la inflamación de vagina y vulva generalmente de causa infecciosa, dando lugar a enrojecimiento, hinchazón, escozor o quemazón, e incluso dolor, acompañado de un flujo distinto del habitual, a veces maloliente. Constituye el 20% de las consultas de urgencias. La causa más frecuente son las infecciones por hongos (generalmente Cándida albicans), y no siempre estás vulvovaginitis son de transmisión sexual.

v  .Úlceras vulvares: la aparición de una lesión ulcerada generalmente dolorosa siempre debe ser un signo de alarma para acudir al ginecólogo ya que puede tratarse de una infección de transmisión sexual (herpes genital), o bien otra enfermedades sistémicas con presentación vulvar.

v  Verrugas o condilomas: lesiones en forma de coliflor de pequeño tamaño y pruginosas, generalmente producidas por el virus de las verrugas genitales (virus del papiloma humano).

v  Atrofia vulvar: se presenta en las mujeres tras la menopausia, consiste en un adelgazamiento de la piel a este nivel, que a veces es muy molesto a la hora de las relaciones sexuales.

v  Tumoraciones vulvares.

v  Varicosidades.

v  Cistocele: posteriormente a la menopausia, especialmente si se han tenido hijos, la piel es más laxa y fina, los músculos de esta zona pierden su capacidad tensora y las paredes de la vagina tienden a caer, dando lugar al descenso de la vejiga de la orina. En las fases iniciales no suele dar síntomas, pero si evoluciona da lugar a incontinencia de orina a los esfuerzos, retenciones de orina e infecciones de orina más frecuentes.

v  Retócele: es la misma situación que la anterior pero con el descenso del recto.

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